11 de octubre de 2012

El senderismo es guay

Mi amiga últimamente habla menos del chico este que está conociendo. Se ve que si mientras tomas algo con alguien que no para de trastear con el móvil le dices que no se conecte tanto a internet, que crea adicción, no se lo toma muy bien. O al menos esa es la conclusión a la que hemos llegado después de que el chico lleve dos semanas sin responderle ningún mensaje ni cogerle las llamadas. Le dije que no debía habérselo comentado de viva voz, que tenía que haberselo escrito en un whatsapp, y me respondió que también lo había pensado, pero por más que lo reiniciaba el móvil no cogía cobertura.

Así que la pobre ha dado ese puente por quemado. Aunque tampoco es que estuviera muy bien construido. O que se le pudiera llamar puente. O sendero. Quizá un surco entre la hierba.
Pero oye, ahí estaba, y ella lo ha quemado.

También ha dejado a un lado todo el rollo de las nuevas tecnologías. Puede que tener un móvil de última generación que siempre hace lo contrario de lo que se espera de él haya ayudado en algo a su cambio de actitud. Aunque también podría tener que ver con el ancho de espalda del alpinista que le presentó una amiga y que en la vida ha tenido ni conexión a internet ni teléfono móvil, quién sabe.

El caso es que de pronto le ha dado por el senderismo.
La chica no está en muy buena forma. De hecho, cuando fue a muay thai, tras una semana de esfuerzo le dijeron que lo sentían mucho pero que no podían hacer nada por ella. Pero se ha ilusionado con eso de caminar por la montaña; se ha comprado unas mallas de lana, unas botas Panama Jack, un gorrito de cuadros escoceses y un bastón de esos para asar malvaviscos, y se ha apuntado al mismo club de aventura al que pertenece el mencionado alpinista. No sé qué le habrá contado de la montaña ese chico a mi amiga, pero ha tenido que ser apasionante para que le entre de pronto este amor por pasear por ella. Un día le preguntaré, a ver si a mi también me entra el gusanillo.

Este puente del Pilar los del club de aventura se van a los Picos de Europa a hacer senderismo de alta montaña, pero no sé si mi amiga irá al final o no, porque aún se está recuperando de las ampollas que le hicieron las botas al probárselas en la tienda. Ella dice que sí, que solo necesita caminar un poco más para domarlas, que se lo dijeron en la tienda; que el viernes estará lista y calzada para la aventura.

Bueno, yo opino que cuando alguien dice "caminar un poco" se refiere a dar un par de vueltas a la manzana, no a patearse media cordillera Penibética. Pero yo qué sabré de estas cosas, si en mi vida he hecho senderismo...

5 de octubre de 2012

Mi amiga y los hombres

Podría parecer que mi amiga no liga demasiado, pero sí que lo hace. Lo que pasa es que es muy exigente con los hombres. Y que solo la entran locos también, pero sobre todo es muy exigente. Pero tiene muchos admiradores. Justo el otro sábado recibió la llamada de uno. Lástima que comenzara a preguntar por una "chica travesti" en vez de por ella, porque podría haber sido el comienzo de una bonita historia.

Y la chica deja huella en sus exs, desde luego. Nos comentó que para su cumpleaños un chico con el que estuvo saliendo, que se volvió a su país natal y no ha vuelto a ver desde hace años, la contactó y le dijo lo mucho que la echaba de menos y que no podía olvidarla. Ella se sintió muy halagada, desde luego, pero el hecho de que él llevara casado 20 años y tuviera dos hijos la echaba un poco para atrás a la hora de plantearse una relación seria. No obstante, le dijo que se lo pensaría, que al amor verdadero no hay que cerrarle la puerta.

Una vez tuvo suerte, y el admirador resultó ser un hombre muy simpático, educado, bien vestido y bastante guapo. La paró por la calle para preguntarle cómo se llegaba a cierto sitio, y estuvieron hablando casi media hora. Al final él le dio su whatsapp y ella se fue tan contenta, pero esa tarde cuando llegó a casa descubrió que se le había borrado la memoria del móvil. Debió de pasar por algún sensor magnético o algo así, sin duda. Las memorias de los móviles no se borran porque sí. Al menos no las de los móviles normales, claro.

Como el mundo ha cambiado desde el tiempo de nuestras abuelas, le sugerí que en vez de esperar a que su príncipe azul se le declare sea ella la que le entre a los chicos. Creo que me debió entender mal, porque esa tarde en el metro, con la excusa de que el bagón arrancaba, le hizo un placaje a un joven muy elegante y casi le parte una costilla. No creo que sea una buena estrategia para conseguir que alguien te de su número de teléfono, pero quién soy yo para juzgar a nadie.

Otra vez conoció a dos chicos muy simpáticos en el coro de la iglesia, y decidió seguir mi consejo y sugerir que fueran a tomar algo. Todo fue viento en popa hasta que les preguntó a qué se dedicaban y le dijeron que eran seminaristas. Ya le dije que ni que le hubieran dicho que sacrificaban bebés las noches de luna llena, que no debía haberse ido corriendo, pero ella insiste en que a su edad no está como para perder el tiempo en tonterías.

Una vez un amigo me dijo que hay ciertos momentos en la vida en los que no nos podemos permitir tener el listón tan alto. Yo le comenté que muy bien, que bajaba el listón, pero que una cosa era no ser exigente y otra no tener estómago, porque cuando el hijo de Pablo Marmol y Willow - supongo que por ingeniería genética, que hasta donde yo sé ninguno de los dos tiene útero - intenta darte un tiento te saltan todas las alarmas de supervivencia.
Así que supongo que entiendo a mi amiga cuando me dice lo de que no quiere perder el tiempo.

Supongo.