En la empresa donde trabaja mi amiga están de reformas, y mientras convierten sus tres plantas de oficinas en tres plantas de oficinas
modernas, dinámicas, orientadas al cliente y adaptadas a las inquietudes y
ambiciones de los ciudadanos de la era de la información, han trasladado a los
trabajadores – no sé si de forma irónica o por mera casualidad – a los sótanos
del edificio.
El mayor problema de la nueva ubicación es que esas plantas
no están habilitadas para trabajo de oficina: No tienen apenas tomas de
corriente de teléfono, y como el suelo y los cimientos son de
hormigón armado tampoco hay forma de conectarse a internet por red inalámbrica. Me dice mi amiga que desde que comenzaron a trabajar allí, inexplicablemente, el
rendimiento de los oficinistas ha subido un 90% y el de los informáticos ha
bajado un 70%.
El otro día me pasé por su oficina para ir a comer juntas, y
como el sótano no tiene portero tuve que bajar a avisarla de que ya estaba
allí. No fue fácil, porque una vez en la planta -1 todos los pasillos eran
iguales y no había ninguna señalización, así que estuve dando vueltas un buen
rato llamando a todas las puertas que encontraba, y otro rato más intentando
averiguar dónde estaba y si podría volver a ver la luz del sol algún día.
Al
girar una esquina comencé a oír voces y a falta de una opción mejor mejor seguí el
sonido hasta una puerta de metal azul en la que había un post-it con el nombre
de la empresa de mi amiga escrito.
La cosa no era tan grave como parecía; vale que habían
juntado al personal que normalmente ocupaba tres plantas en una única oficina, pero
habían acondicionado el espacio disponible como unos profesionales. Incluso
habían colgado en la pared unos cuantos pósters de ventanas a través de las
cuales se veían paisajes diversos. Le comenté a mi amiga que aquello debía ser
genial, que podía trabajar en el campo, en la playa y la montaña a la vez, pero
no pareció muy entusiasmada. Así es ella, siempre quejándose de insignificantes
molestias como compartir mesa con 8 personas o trabajar sentada en un taburete,
y nunca viendo el lado positivo de las cosas. Porque me he pasado por las
plantas altas a ver cómo están dejando las oficinas, y la verdad es que la mano
de pintura y la reorganización de las mesas le está sentando genial, le da un
ambiente mucho más profesional. Y aunque mi amiga se pasó toda la comida
enfurruñada porque llevan ya 3 meses desplazados, yo pienso que el que tarden
es buena señal, significa que se lo están tomando en serio; nada de estos
chapuzas que le dan dos brochazos a las cosas y se largan, no. Esta empresa ha
contratado a auténticos profesionales. Pude verlo cuando les vi en el
restaurante ordenando la quinta ronda de whisky: Sí señor, nada ce cerveza o
vino barato, estos señores sí que saben distinguir la calidad cuando la ven. Y
deben de ser buenos a rabiar, porque me dice mi amiga que están en las oficinas
solo unas 3 horas durante la jornada laboral. ¡Que hacen el trabajo de un día
en 3 horas, dice! Me he quedado fascinada. Le he tenido que hacer prometer que
le pediría el teléfono de la empresa de reformas a su superior para dármelo, ya
sé a quiénes voy a llamar si alguna vez tengo que hacer alguna chapuza en casa.
Mi amiga me ha preguntado si hasta que les vuelvan a mover a
sus oficinas me importaría comer con ella más a menudo. Le he dicho que no me
importa en absoluto, pero que mejor quedamos en la entrada del
edificio porque no me veo capaz de salir con vida del sótano una
segunda vez. Dijo que no había problema, que cuando llegase le mandara un mensaje al
móvil, lo que me ha llamado la atención porque según me dijo en el sótano no
había cobertura. Al preguntarle me ha dicho que en efecto es así, pero su móvil
sigue conectándose a la red, aunque debe haber algún problema en la conexión
porque cuando intenta meterse en internet el navegador siempre le redirecciona
a páginas de ventas de armas, no sabe por qué. Pero whatsapp le funciona
sin problemas y comentó que solo tenía que avisarla cuando llegue.
También ha dicho que no me preocupe por el dinero, que me piensa invitar ella
todos los días.
Sinceramente, estoy lo bastante mal de dinero y la oferta me ha parecido muy tentadora. No tengo muchas cosas que hacer mientras esté
de vacaciones y así me dará algo el aire. Quién sabe, igual hasta puede que me
ponga algo morena. Y también será bueno que le de el sol a mi amiga,
últimamente está cada vez más decaída.
Y mira que debería estar contenta, si su
empresa se gasta dinero en reformas es que están teniendo ganancias, y eso es
algo que no puede decir todo el mundo estos días. Debería sentirse afortunada.